He de decir que no pensaba hacer esta entrada, pero los
datos que he observado durante los últimos días y su contundencia me han
obligado a hacerlo. He de decir que me encontré un informe del CES de 2013, el cual pueden consultar AQUÍ, que me instó más si cabe a hacer esta entrada. Muchos dedican días y noches a hablar maravillas de la
“salida” de la crisis que estamos experimentando hace ya algunos años, con
datos de paro contundentes. Datos que, por otra parte, puede observar con
detenimiento en mi entrada acerca de la evolución de la EPA si pincha AQUÍ.
Esos magníficos datos, que sin duda son buenos (que haya más trabajadores
siempre es bueno para un país), no dejan ver la auténtica sangría que ha
causado y sigue causando la crisis. Parece que las numerosas estadísticas
acerca de los niveles de pobreza o la continua tendencia a la temporalidad extrema
no son suficientes para que el aparato político de este país empiece a pensar
en el mañana.Voy a hablar de conceptos que quizá
alguno de los que lean esta entrada no haya escuchado nunca, por lo que trataré
de explicar con facilidad y claridad cada paso que voy dando en mi argumento.
Como siempre, sin más dilación, comencemos.
Quizá muchos no lo sepan, pero el Instituto Nacional de
Estadística (INE) elabora entre otras muchas las estadísticas acerca de la
Contabilidad Nacional, siendo en este ámbito el mejor dato publicado oficial y
con periodicidad trimestral. Estos datos nos muestran la composición de la
riqueza de España (PIB) medida tanto a precios de mercado como con índices de
volumen. Hay varias vías para la composición de esa riqueza, y una de ellas es
la composición del PIB mediante la vía de las Rentas, la cual descompone el
dato total en función del tipo de renta. ¿Fácil no? Hay tres tipos de renta: la
remuneración de asalariados, que está compuesto por las rentas del trabajo
recibidas; el excedente bruto explotación (EBE) y las rentas mixtas brutas
(RMB), que representan la totalidad de los beneficios empresariales públicos o
privados más alquileres percibidos o imputados a las familias e intereses
cobrados por el Gobierno, familias, etc…; y los impuestos sobre la producción e
importaciones. Si no han entendido las tres últimas magnitudes no se preocupen,
no son de importancia para lo que vengo a contarles. En este caso nos fijaremos
en la Remuneración de Asalariados, que viene a significar cualquier pago hacia
los trabajadores que perciben un salario, tanto su nómina, impuestos,
cotizaciones sociales a cargo de las dos partes, etc… Ahora quiero que vean el
siguiente gráfico (G.1).
El gráfico muestra el peso en proporción al total de la
riqueza del país que se destina a tal propósito, los salarios. Como podemos
observar ha acusado una fuerte bajada respecto con sus valores pre-crisis,
bajando del 50.9% en 2009 al 47.3% en 2013, dato el cual es el mismo que en el último año. Esto deja ver la destrucción de empleo que se fue expandiendo a otros sectores además de la construcción desde 2009. Una
vez introducido el concepto de Remuneración de Asalariados, pasamos al
siguiente nivel. Mediante una igualdad que describo en el cuadro de abajo (C.1)
podemos concluir que esa proporción también es resultado del producto entre el
Coste Laboral Unitario Real (CLUR) y la Tasa de Asalarización.
Esta tasa es
otro porcentaje que revela la proporción de población ocupada que percibe un
salario. En cuanto al CLUR, es otro porcentaje que refleja que parte de lo que
cuesta una unidad de producto en España se destina a pagar un salario. Este
dato es muy importante, ya que al hablar de datos en términos reales, hablamos
de capacidad adquisitiva. Teniendo en cuenta lo antes dicho acerca de la
inflación, calculando ese CLUR tomando 2008 como año inicial obtenemos el
siguiente gráfico, el cual sustenta mi siguiente argumento (G.2).
Este dato revela sin duda alguna la clara pérdida de poder
adquisitivo durante estos años de crisis. Cada año, un trabajador medio tiene
menos capacidad para comprar el mismo producto. Actualmente el descenso es de 5
puntos, y no refleja signos de cambio de tendencia. A día de hoy (por no decir
siempre) no se puede hablar de crecimiento económico si no hay crecimiento en
materia de bienestar. Los últimos datos analizados revelan que la fecha de
caducidad de este crecimiento está cerca, los datos del mercado laboral se
empiezan a frenar y nuestro grueso trabajador no puede aumentar su consumo
debido a la precarización general de los empleos. Pero esto no es nuevo en este
país ya que, si actualmente con la crisis esta situación es muy generalizada,
antes también existía. Esto se debe al modelo económico de España, con sectores
predominantes de baja productividad. El problema de depender de este tipo de
sectores, es la intensa mano de obra que se necesita en periodos de crecimiento
(acuérdense de la burbuja inmobiliaria) y la poca productividad del trabajo que
poseen. Esto dificulta que una economía pueda crecer tras un periodo de gran
crisis, ya que la mano de obra que se destruye es mucha, lo que hace aumentar
la productividad por trabajador. Este descenso de trabajadores se acusa en la
demanda interna del país, la cual no se puede volver a restablecer hasta que se
cree empleo a unos niveles considerables. Hasta aquí no hay pegas, pero el problema
es que, si ese empleo es precario y con bajos salarios, la demanda no se
recupera y el equilibrio de la economía mediante políticas de oferta
estimulando el crecimiento de empleo se alcanza cuando aún hay bastante
desempleo. En el siguiente gráfico (G.3) se muestra la tasa de variación de la
productividad y de la tasa de empleo.
Como pueden observar, la productividad del trabajo crecía
por encima de la de empleo mientras seguíamos en una etapa de depresión. En el
momento que se inicia la “recuperación” y la tasa de empleo empieza a ser
positiva, la productividad empieza a decrecer. Actualmente estamos en una etapa
en la que la productividad y la tasa de empleo se encuentran muy cerca y han
convergido desde principios de 2015, lo que permite deducir que nos acercamos a
un equilibrio donde la tasa de paro está actualmente en el 18,6%. Este dato de
paro no es alto si lo comparamos con la tasa de paro media de España desde 1976
hasta nuestros días, situada en el 16,5%. Es por ello, por lo que nuestro modelo
no ha cambiado absolutamente nada y seguimos alimentándonos de sectores débiles
y con fuertes alteraciones ante el ciclo económico y teniendo una dependencia
energética preocupante. Como conclusión querría volver a retomar lo dicho al
principio, muchos hablan de recuperación dando los datos de crecimiento
económico y de empleo, pero si de algo nos debemos de caracterizar las personas
que deberíamos tener conocimientos de ello es a no simplificar hasta tal punto
la realidad. Es bueno hacer más fáciles los estudios y simplificar los
resultados, sobre todo si un gran público que desconoce tus métodos quiere
conocer esos resultados, pero hay que conocer el límite de esa simpleza, ya que
pasarse de la raya te puede tirar al traste tu análisis. Lo importante de
nuestro trabajo o futuro trabajo, se mire por donde se mire, siempre se
encuentra en los detalles.
Muchas gracias y un saludo. Daniel Díaz S.
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