lunes, 6 de febrero de 2017

Crecimiento sí, pero ¿Para quién?

He de decir que no pensaba hacer esta entrada, pero los datos que he observado durante los últimos días y su contundencia me han obligado a hacerlo. He de decir que me encontré un informe del CES de 2013, el cual pueden consultar AQUÍ, que me instó más si cabe a hacer esta entrada. Muchos dedican días y noches a hablar maravillas de la “salida” de la crisis que estamos experimentando hace ya algunos años, con datos de paro contundentes. Datos que, por otra parte, puede observar con detenimiento en mi entrada acerca de la evolución de la EPA si pincha AQUÍ. Esos magníficos datos, que sin duda son buenos (que haya más trabajadores siempre es bueno para un país), no dejan ver la auténtica sangría que ha causado y sigue causando la crisis. Parece que las numerosas estadísticas acerca de los niveles de pobreza o la continua tendencia a la temporalidad extrema no son suficientes para que el aparato político de este país empiece a pensar en el mañana.Voy a hablar de conceptos que quizá alguno de los que lean esta entrada no haya escuchado nunca, por lo que trataré de explicar con facilidad y claridad cada paso que voy dando en mi argumento. Como siempre, sin más dilación, comencemos.

Quizá muchos no lo sepan, pero el Instituto Nacional de Estadística (INE) elabora entre otras muchas las estadísticas acerca de la Contabilidad Nacional, siendo en este ámbito el mejor dato publicado oficial y con periodicidad trimestral. Estos datos nos muestran la composición de la riqueza de España (PIB) medida tanto a precios de mercado como con índices de volumen. Hay varias vías para la composición de esa riqueza, y una de ellas es la composición del PIB mediante la vía de las Rentas, la cual descompone el dato total en función del tipo de renta. ¿Fácil no? Hay tres tipos de renta: la remuneración de asalariados, que está compuesto por las rentas del trabajo recibidas; el excedente bruto explotación (EBE) y las rentas mixtas brutas (RMB), que representan la totalidad de los beneficios empresariales públicos o privados más alquileres percibidos o imputados a las familias e intereses cobrados por el Gobierno, familias, etc…; y los impuestos sobre la producción e importaciones. Si no han entendido las tres últimas magnitudes no se preocupen, no son de importancia para lo que vengo a contarles. En este caso nos fijaremos en la Remuneración de Asalariados, que viene a significar cualquier pago hacia los trabajadores que perciben un salario, tanto su nómina, impuestos, cotizaciones sociales a cargo de las dos partes, etc… Ahora quiero que vean el siguiente gráfico (G.1).


El gráfico muestra el peso en proporción al total de la riqueza del país que se destina a tal propósito, los salarios. Como podemos observar ha acusado una fuerte bajada respecto con sus valores pre-crisis, bajando del 50.9% en 2009 al 47.3% en 2013, dato el cual es el mismo que en el último año. Esto deja ver la destrucción de empleo que se fue expandiendo a otros sectores además de la construcción desde 2009. Una vez introducido el concepto de Remuneración de Asalariados, pasamos al siguiente nivel. Mediante una igualdad que describo en el cuadro de abajo (C.1) podemos concluir que esa proporción también es resultado del producto entre el Coste Laboral Unitario Real (CLUR) y la Tasa de Asalarización. 


Esta tasa es otro porcentaje que revela la proporción de población ocupada que percibe un salario. En cuanto al CLUR, es otro porcentaje que refleja que parte de lo que cuesta una unidad de producto en España se destina a pagar un salario. Este dato es muy importante, ya que al hablar de datos en términos reales, hablamos de capacidad adquisitiva. Teniendo en cuenta lo antes dicho acerca de la inflación, calculando ese CLUR tomando 2008 como año inicial obtenemos el siguiente gráfico, el cual sustenta mi siguiente argumento (G.2).


Este dato revela sin duda alguna la clara pérdida de poder adquisitivo durante estos años de crisis. Cada año, un trabajador medio tiene menos capacidad para comprar el mismo producto. Actualmente el descenso es de 5 puntos, y no refleja signos de cambio de tendencia. A día de hoy (por no decir siempre) no se puede hablar de crecimiento económico si no hay crecimiento en materia de bienestar. Los últimos datos analizados revelan que la fecha de caducidad de este crecimiento está cerca, los datos del mercado laboral se empiezan a frenar y nuestro grueso trabajador no puede aumentar su consumo debido a la precarización general de los empleos. Pero esto no es nuevo en este país ya que, si actualmente con la crisis esta situación es muy generalizada, antes también existía. Esto se debe al modelo económico de España, con sectores predominantes de baja productividad. El problema de depender de este tipo de sectores, es la intensa mano de obra que se necesita en periodos de crecimiento (acuérdense de la burbuja inmobiliaria) y la poca productividad del trabajo que poseen. Esto dificulta que una economía pueda crecer tras un periodo de gran crisis, ya que la mano de obra que se destruye es mucha, lo que hace aumentar la productividad por trabajador. Este descenso de trabajadores se acusa en la demanda interna del país, la cual no se puede volver a restablecer hasta que se cree empleo a unos niveles considerables. Hasta aquí no hay pegas, pero el problema es que, si ese empleo es precario y con bajos salarios, la demanda no se recupera y el equilibrio de la economía mediante políticas de oferta estimulando el crecimiento de empleo se alcanza cuando aún hay bastante desempleo. En el siguiente gráfico (G.3) se muestra la tasa de variación de la productividad y de la tasa de empleo.



Como pueden observar, la productividad del trabajo crecía por encima de la de empleo mientras seguíamos en una etapa de depresión. En el momento que se inicia la “recuperación” y la tasa de empleo empieza a ser positiva, la productividad empieza a decrecer. Actualmente estamos en una etapa en la que la productividad y la tasa de empleo se encuentran muy cerca y han convergido desde principios de 2015, lo que permite deducir que nos acercamos a un equilibrio donde la tasa de paro está actualmente en el 18,6%. Este dato de paro no es alto si lo comparamos con la tasa de paro media de España desde 1976 hasta nuestros días, situada en el 16,5%. Es por ello, por lo que nuestro modelo no ha cambiado absolutamente nada y seguimos alimentándonos de sectores débiles y con fuertes alteraciones ante el ciclo económico y teniendo una dependencia energética preocupante. Como conclusión querría volver a retomar lo dicho al principio, muchos hablan de recuperación dando los datos de crecimiento económico y de empleo, pero si de algo nos debemos de caracterizar las personas que deberíamos tener conocimientos de ello es a no simplificar hasta tal punto la realidad. Es bueno hacer más fáciles los estudios y simplificar los resultados, sobre todo si un gran público que desconoce tus métodos quiere conocer esos resultados, pero hay que conocer el límite de esa simpleza, ya que pasarse de la raya te puede tirar al traste tu análisis. Lo importante de nuestro trabajo o futuro trabajo, se mire por donde se mire, siempre se encuentra en los detalles. 

Muchas gracias y un saludo. Daniel Díaz S.

No hay comentarios:

Publicar un comentario